La baja natalidad comienza a preocupar en Europa

La reducción en el número de nacimientos en los últimos años es un hecho que preocupa a países europeos. Expertos analizan sus diversas causas y sugieren a gobiernos concentrarse en el apoyo a las mujeres más jóvenes y a las familias, para procurar un entorno que les facilite tener más hijos y asegurar así el relevo generacional.

Según la División de población de Naciones Unidas, el número promedio de hijos por mujer, o índice de fecundidad, para 2024 en Europa es de 2,1. Aunque en España e Italia es de 1,2. Cifras que contrastan con el crecimiento en África y países como India y China, que son los que han posibilitado que la población mundial llegara en 2022 a algo más de 8,000 millones de habitantes. En en países como Bosnia, Bulgaria, Croacia, Hungría, Letonia, Rumanía, Serbia y Ucrania la situación es más preocupante, pues se espera que su población en el 2050 haya disminuido más de un 15%.

Alejandro Macarrón, promotor de la Fundación Renacimiento Demográfico en España, entiende que las causas de la baja natalidad son diversas. La primera es el cambio de valores: en las sociedades rurales un hijo significaba mayor mano de obra; en las urbanas, los hijos son vistos generalmente como una carga o ‘un accesorio’ costoso. Para Héctor Cebolla, investigador del Instituto de Economía, Geografía y Demografía española, cada día se invierten más recursos en menos hijos, a lo que hay que unir el difícil acceso a la vivienda en las grandes ciudades.

Otro elemento de la baja natalidad, según Macarrón, es el cambio de mentalidad que ha provocado el sistema de pensiones -creado originariamente en Alemania- para sostener a los ancianos sin hijos: su generalización no estimula a pensar en tener prole para que, llegada la vejez, ofrezcan sustento a los progenitores.

La disminución de los matrimonios y el aumento de los divorcios también influyen en este fenómeno. En España, por ejemplo, la mitad de la gente no se casa; y de la otra mitad, una parte termina en divorcio. No se puede olvidar un factor decisivo en la baja natalidad: el creciente uso de anticonceptivos y la práctica del aborto.

Para el promotor de la Fundación Renacimiento Demográfico, la baja natalidad afecta directamente a la economía, ya que la fuerza laboral envejece sin tener relevo. Provoca, además, un crecimiento de la soledad en las personas adultas. Y si bien la migración puede salvar en algo la economía con su fuerza laboral, no puede paliar la soledad.

Héctor Cebolla, por su parte, señala la importancia de aumentar la fecundidad, y como solución práctica sugiere apoyo gubernamental a las jóvenes universitarias. Un grupo social que a menudo se centra en sus metas profesionales, postergando la maternidad. El apoyo de los gobiernos a este sector se considera clave para el aumento de nacimientos.

Cebolla entiende que es necesario integrar también a los varones en esta ecuación. Pues la fragilidad, sobre todo de los menos instruidos, se traduce en problemas sociales al perder empleos y quedar fuera del mercado laboral innovativo y tecnológico.

Países como Italia en 2023, y España en febrero de 2024, han elaborado políticas que favorecen el apoyo a las madres, a las familias numerosas y a parejas jóvenes, con el objetivo de que puedan garantizarles un nivel de vida adecuado a sus hijos, e ir poco a poco cambiando los números rojos. Pero se trata ciertamente de procesos que requieren paciencia, advierte Cebolla.

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