Guillermo Andrés Escobar
En el tricentenario de la aprobación pontificia del Instituto Lasallista, el Papa reafirma el valor del carisma educativo vivido como ministerio y misión, ante 137 hermanos y junto al cardenal Versaldi, en un encuentro cargado de historia, gratitud y desafíos.

En la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa León XIV recibió este 15 de mayo a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en ocasión del 300º aniversario de la aprobación pontificia de su Instituto y del 75º de la proclamación universal de San Juan Bautista de La Salle como patrono de los educadores. Lejos de limitarse a una celebración conmemorativa, el Pontífice ofreció una profunda reflexión sobre el rol educativo en el mundo actual, apelando a una enseñanza que toque el corazón de los alumnos.
El Papa ha exaltado la educación no solo como tarea académica, sino como auténtico ministerio eclesial. ¨Vuestro altar es la cátedra¨, recordó, citando una frase del fundador, para destacar la misión de los Hermanos de las Escuelas Cristianas: educadores consagrados que evangelizan enseñando y enseñan evangelizando. Un modelo pionero en su época que sigue desafiando al presente.
León XIV no evitó hablar de los retos actuales. Si en el siglo XVII el latín era una barrera para acceder al conocimiento, hoy los obstáculos son más complejos: aislamiento emocional, relativismo intelectual, ritmos frenéticos que impiden el diálogo. Frente a un mundo juvenil que arde de energía e ideas, el Papa ha valorado el compromiso de las comunidades educativas lasallistas, destacando su enfoque integral: la formación del docente, el protagonismo de las familias y el principio del “triángulo educativo” como claves para responder a los desafíos del siglo XXI.
Oscar Elizalde, corresponsal del CELAM en Roma, destaca cómo el encuentro fue vivido con “plena fraternidad”. En él también ha participado el cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto emérito de la Congregación para la Educación Católica, siempre cercano a la familia Lasallista en Italia.
El Papa animó a promover vocaciones a la vida consagrada dentro de este carisma, convencido de que la educación es una de las expresiones más bellas del sacerdocio común recibido en el Bautismo. Con firmeza y gratitud, concluyó su discurso bendiciendo a toda la familia lasalliana.
En tiempos de incertidumbre educativa, León XIV lanza un mensaje claro: formar no es solo enseñar; es tocar el alma, despertar la vocación, y acompañar con fe el crecimiento de cada joven.