Un Papa para la paz


Rafael Luquín López

Durante los últimos días la Iglesia Católica ha estado en la mira de los reflectores de todo el mundo, conociendo y escuchando al nuevo Papa: el papa León XIV. El 8 de mayo fue el día de su elección, y diez después -el pasado domingo 18- celebró la Misa de inicio de su pontificado. Haciendo un análisis de todos sus discursos, homilías o mensajes que ha pronunciado en estos primeros días, que van desde su aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro hasta la finalización de la eucaristía de este domingo, podemos darnos cuenta con facilidad que el tema en el que se ha focalizado es la paz.

Superado solamente por las menciones a Dios (Jesús, Cristo, Señor, Espíritu) y a la Iglesia, que resultan obvias, pero que al mismo tiempo no las podemos generalizar porque cada una se refiere a aspectos muy diversos; ha llamado mucho la atención su intención por mencionar en casi todos sus encuentros y discursos el tema de la paz.

A lo largo de estos diez días ha realizado doce alocuciones, de las cuales en diez ha hablado de la paz. El tema lo ha mencionado hasta cuarenta veces, y quizás hay que considerarle que en treinta y cuatro expresiones más ha hablado de la guerra, el sufrimiento, los conflictos o la violencia.

Desde que lo conocimos como Sucesor de Pedro, se dirigió a Roma y al mundo con las mismas palabras con las que el Resucitado saluda en los Evangelios: “La paz esté con ustedes”, una paz que, ha dicho, debe ser “desarmada y desarmante”, haciendo eco así también al Papa Francisco. Ha recordado que la paz, desde luego, es un don que proviene de Dios, pero que también exige el esfuerzo humano, pues “comienza en cada uno de nosotros: en la forma en que miramos, escuchamos y hablamos de los demás”, de ahí que debamos incluso medir nuestro lenguaje “ya que se puede herir y matar también con las palabras”, por eso incluso a los periodistas les pidió una comunicación sin prejuicios, odio, resentimiento y lenguaje agresivo, categóricamente un “no a la guerra de palabras e imágenes”.

A las naciones en conflictos y guerras les ha pedido que callen las armas, ha exigido incluso la liberación de quienes son prisioneros por hablar con la verdad e incluso ha dicho ya que, “con el corazón en la mano” , invita a los responsables de dichos conflictos a dialogar. Dejó en claro que está dispuesto a emplear todas sus fuerzas para alcanzar la paz, e incluso puso a disposición a la Santa Sede “para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los pueblos se les devuelva la esperanza y se les restituya la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”.

De esta forma, en muy pocos días ha quedado claro que la paz será un punto clave en su pontificado, y tan es una meta u objetivo fijado que al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede les dijo ya, que uno de los tres pilares de la acción misionera de la Iglesia debe ser precisamente la paz, seguido de la justicia y de la verdad.

Asimismo, ha expresado su solidaridad con Gaza, Myanmar, Tierra Santa, Líbano, Siria, Medio Oriente y desde luego, la atormentada Ucrania. Al respecto, previo a su elección, en el día de la misa del funeral del Papa Francisco, llamó la atención el encuentro entre Trump y Zelensky al interior de San Pedro. Ahora, con este último ya se encontró el Papa León personalmente.

Se ve claro así, que, en pocos días, el Papa ha puesto el énfasis en la paz, al mismo tiempo que el mundo vive contextos de guerras y de violencia, y justo en un año jubilar que nos invita a avivar la esperanza, que no se puede entender sin una promoción sincera y esfuerzo verdadero por la paz.

Por lo pronto, en los principales medios informativos internacionales, el tema y sus palabras ya han llamado la atención. Su invitación al diálogo y a construir puentes se van abriendo camino, y emerge así ante el mundo el nuevo Obispo de Roma como un Papa para la paz.