Luces y sombras sobre el informe de Munich y Benedicto XVI

Davys Montenegro Ríos / Comentario

Después de que se diera a conocer en las últimas semanas un informe sobre la pedofilia clerical en Múnich, y en éste se involucrara al Papa emérito Benedicto XVI, los diversos medios de comunicación han generado comentarios muy fuertes, tachando al entonces cardenal Ratzinger de encubridor de abusos. Sin embargo, el Papa emérito, con la ayuda de sus colaboradores, no eludió las preguntas del estudio de abogados encargado por la diócesis de Múnich de elaborar ese informe, que examina un período muy largo, desde el episcopado del cardenal Michael von Faulhaber hasta el del actual cardenal Reinhard Marx.

No sólo Múnich, sino en toda Alemania se esperaba con expectación el informe sobre los abusos sexuales en la archidiócesis de Múnich-Freising, principalmente porque atañe a la época en que había regido la diócesis como arzobispo el entonces cardenal Ratzinger (entre 1977 y 1982), así como al actual arzobispo, el Cardenal Marx (desde 2008), que también fue presidente de la Conferencia Episcopal Alemana de 2014 a 2020.

Aunque el informe del bufete de abogados muniqués que llevó a cabo la investigación por encargo del arzobispado de Múnich, pero con completa independencia, trata los abusos sexuales supuestamente cometidos en la archidiócesis durante 75 años (1945-2019) y bajo la dirección de seis arzobispos de los que, además de Benedicto XVI y Reinhard Marx, solo vive actualmente el que dirigió la diócesis entre ellos dos, Friedrich Wetter (1982-2008), la atención se ha centrado en los años de gobierno de Benedicto XVI y más concretamente aún en el caso del “sacerdote Peter H.”, al que el informe denomina “sacerdote X” o “caso X”; siguiendo la numeración del informe, “caso 41”.

La cuestionante que surge ante este hecho es por qué centrarse sólo en Benedicto XVI, cuando fue éste el que como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ya había combatido el fenómeno en la última fase del pontificado de San Juan Pablo II, con el que había sido un estrecho colaborador y, una vez convertido en Papa, promulgó normas durísimas contra los clérigos abusadores, para combatir la pederastía. Además, dio testimonio, con su ejemplo concreto, de la urgencia del cambio de mentalidad tan importante para combatir el fenómeno de los abusos, escuchar y estar cerca de las víctimas a las que siempre hay que pedir perdón.

Fue el propio Joseph Ratzinger el primer Papa que se reunió con las víctimas de abusos varias veces durante sus viajes apostólicos. Fue Benedicto XVI, incluso en contra de la opinión de muchos autodenominados “Ratzingeristas”, quien, en medio de la tormenta de escándalos en Irlanda y Alemania, propuso el rostro de una Iglesia penitente, que se humilla pidiendo perdón, que siente consternación, remordimiento, dolor, compasión y cercanía con aquellos que han sido heridos por sus ministros.

Es importante resaltar la disponibilidad del Papa emerito Benedicto XVI, quien a pesar de ser una persona de avanzada edad ha sabido mostrarse abierto y responder a las interrogantes. Así lo dio a conocer el arzobispo Georg Gänswein, en una rueda de prensa que brindó ante la situación que acontece.

Evitar chivos expiatorios fáciles

Ya en el vuelo a Lisboa, en mayo del 2010, con extrema lucidez, Benedicto XVI reconoció que la mayor persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino que nace del pecado de dentro. Por tanto, añadió, la Iglesia tiene una profunda necesidad de re-aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de pedir el perdón, por una parte, pero también la necesidad de la justicia ya que el perdón no sustituye a la justicia. Palabras precedidas y seguidas de hechos concretos en la lucha contra la lacra de la pederastia clerical que no pueden olvidarse ni borrarse.

Es importante tener presente que los medios estan proyectando la noticia desde un encuadre de culpabilidad, de ocultamiendo de la verdad, donde quienes dicen velar por la dignidad y el bien del otro (Iglesia), son los primeros en pisotearla.

Cabe añadir que también la persecusión inicia desde dentro de la misma Iglesia y se vale de un porcentaje reducido de personas en la sociedad en las que existe un resentimiento contra la institución.  Quieren proyectar la idea que ésta ya no tiene autoridad moral para encauzar las vidas de las personas hacia el bien.

Hay que tener presente que las reconstrucciones contenidas en el informe de Múnich no son una investigación judicial ni una sentencia. Ayudarán a combatir la pederastia en la Iglesia si no se reducen a la búsqueda de chivos expiatorios fáciles y a juicios sumarios. Sólo evitando estos riesgos se podrá contribuir a la búsqueda de la justicia en la verdad y a un examen de conciencia colectivo sobre los errores del pasado.