Luis Amaurys Díaz P.
Montserrat Medina Martínez, joven española de origen valenciano, no deja de conmover a muchas personas con su historia: pasó de ser una exitosa mujer de negocios a convertirse en “Sor Éxito” en el pequeño Monasterio de las Agustinas de Santa Ana, en Castellón.

Esta joven talentosa, con dos masters por la Universidad de Stanford y un doctorado sobre ingeniería matemática y computacional, fue ejecutiva de Deloitte -que facturó en 2016 en torno a los 36.800 millones de dólares-, y fundadora de una “startup” de marketing digital, Jetlore, adquirida por PayPal.
En Deloitte no dejan de salir del asombro y es que el anuncio que realizó en diciembre del 2018 ha causado conmoción en la empresa y en el ámbito de los negocios que la conocían.
Todos estos triunfos parece que no llenaban a esta valenciana a la que invitaban a participar en conferencias, mesas redondas y entrevistas para hablar de inteligencia artificial, marketing electrónico, big data…
En una entrevista a El Español, resume estos acontecimientos de su vida: “He vivido 12 años ‘triunfando’ según los parámetros del mundo: tengo títulos de la prestigiosa Universidad de Stanford, he fundado una ‘startup’ en Silicon Valley que ha adquirido una Fortune 100 y con tan solo 34 años he llegado a ser socia de Deloitte. Yo le decía al Señor: ‘Mira lo bien que he aprovechado tus talentos’. Pero sintiendo un profundo conocimiento de la suciedad de mi alma, me percaté de mi mal entendimiento con respecto a la ansiada ‘perfección’ que buscaba en las cosas del mundo y cuanto más me acercaba a ella, más me alejaba de la verdadera: la perfección del alma que consiste en hacer la voluntad de Dios, verdadera plenitud para la que hemos sido creados”.
¿Pero como logra dar con la congregación que le acoge hoy, como hermana Montse? No podía ser de otra forma, teniendo en cuenta su perfil profesional: indagando por Internet.
“Desde su llegada, si hubiera respondido a todas las entrevistas que nos han solicitado, creo que no hubiera hecho otra cosa. Por eso es tan importante este largo periodo de silencio”, relata una de las religiosas del monasterio, sor María Teresa.
Décadas atrás, las monjas podían consagrarse en poco más de seis meses. Hoy, “la vida y los ritmos de las chicas de 20 o 30 años son otros” y han aumentado las cautelas y sus exigencias.
Actualmente, cuatro años después de su decisión, Montse sigue respondiendo con alegría a la llamada que ha recibido de Dios para convertirse en lo que ella afirmaba en 2018, al entregar su renuncia en su empresa: ser una sierva de Dios. Y asegura: “Tengo la certeza de que el Señor misericordioso suplirá con creces mi falta con aquellos a quienes estoy dejando por Él. No dejo el mundo, propiamente, sino lo mundano”.